lunes, 21 de mayo de 2012

Para educar sobran las calificaciones!


¡Hola amig@s! hemos considerado de gran necesidad crear una entrada acerca de un concepto tan presente a lo largo de nuestra vida estudiantil y de nuestro futuro como docentes: la “evaluación”. Término popularmente conocido que determina y condiciona, en la mayoría de los casos, los conocimientos adquiridos.
Para adentrarnos en este concepto hemos considerado relevante la búsqueda de dicho significado; así evaluación es definida como:

“Proceso que tiene como finalidad determinar el grado de eficacia y eficiencia, con que han sido empleados los recursos destinados a alcanzar los objetivos previstos, posibilitando la determinación de las desviaciones y la adopción de medidas correctivas que garanticen el cumplimiento adecuado de las metas presupuestadas”

Tomando como referencia el siguiente eslogan que ha propuesto Miguel, profundizamos en el análisis de este término tan complejo, vital para nuestra andadura profesional.

Tras un arduo debate entre las componentes del grupo sobre las siguientes afirmaciones, hemos realizado una serie de reflexiones que, a continuación, compartimos con vosotros:

 “Las calificaciones en la educación obligatoria, clasifican, jerarquizan y discriminan. Las notas son social y éticamente injustas.”

Existen una serie de factores externos que pueden afectar e influir negativamente en el aprendizaje del niño y, en consecuencia, en sus calificaciones finales. Nos referimos, por ejemplo, a la falta de recursos suficientes tanto de las familias como de los propios centros educativos, a los problemas familiares, o al humilde status económico de las familias. Factores que pueden hacer que las calificaciones no reflejen la realidad de los conocimientos y capacidades adquiridas por los niños y niñas.
Lo que debemos pretender y debemos lograr es que los niños aprendan y demuestren que han adquirido unas capacidades, cada uno de ellos de acuerdo con su ritmo de aprendizaje.
Nuestra propuesta sería un sistema educativo carente de calificaciones para que el niño sienta la necesidad de aprender sin nada que le cohíba y se sienta libre y relajado a lo largo de su proceso educativo.
Para materializar un sistema de evaluación carente de calificaciones se podría realizar una propuesta educativa que se basara en el trabajo por proyectos en grupos, de manera que el alumno y la alumna se sientan responsables de su propio trabajo y del trabajo de sus compañeros, se fomente la socialización, la participación activa y cooperativa en la construcción de los conocimientos y se desarrollen los contenidos a través de la investigación, lo que repercutirá positivamente en la incentivación del interés y la curiosidad de nuestros alumnos y alumnas.

“Las calificaciones no favorecen la tarea de enseñar ni resuelven los problemas de aprendizaje. La amenaza del suspenso no es eficaz para provocar el deseo de aprender. La motivación debe emanar de la fuente de actividades”

La obtención de una buena calificación no garantiza el aprendizaje del niño, es decir, el hecho de que un niño haya obtenido una mejor nota en un determinado momento y en una materia específica, no significa que haya logrado una mejor comprensión y aprendizaje de tales conocimientos.
Analizando los factores que influyen en la desmotivación de nuestros alumnos y alumnas, podríamos determinar los siguientes como los principales impulsos motivadores:

  • El núcleo familiar, pues es necesaria la implicación activa de los padres en el proceso de enseñanza-aprendizaje de sus hijos e hijas.
  • El docente, cuya implicación en el proceso educativo del niño y niña es imprenscindible para su motivación diaria.
  • La propia capacidad del niño y niña para automotivarse.
     
Democratizar la escuela es tener la oportunidad de participar activamente en ella sin sanciones. Las diferencias de capacidad y de origen social no pueden ser un motivo de segregación.”

Esta afirmación confirma nuestra idea de que la escuela pública debe ser una escuela democrática, plural, inclusiva y libre, la escuela a la que todos los niños y niñas tienen derecho. Una escuela en la que los niños y niñas sean los verdaderos protagonistas del sistema educativo, y que se adapte y atienda a sus necesidades.

“El que no todos los estudiantes obtengan el título de graduado constituye una injusticia. La educación obligatoria y comprensiva debe estar exenta de titulación”.

Tras un arduo debate acerca de este punto, llegamos a la conclusión de que dicho título debe ser el reconocimiento al aprendizaje que ha adquirido cada niño en función de sus limitaciones y capacidades, pues cada niño tiene un ritmo de aprendizaje diferente.
Con respecto a la educación secundaria, nuestra opinión es la misma. Sin embargo, creemos que para la obtención del título de graduado en educación secundaria, el adolescente debería demostrar  que ha alcanzado el nivel educativo exigido en función de su desarollo madurativo.

"Segregar a los peores estudiantes podría “mejorar” el nivel de la minoría pero reduce el del conjunto de la sociedad. Una sociedad es tan avanzada como lo sea el último de sus ciudadanos."

Podríamos pensar que reunir en un mismo grupo a los alumnos cuyo aprendizaje se ha ralentizado y separarlos de aquellos otros cuyo rendimiento es superior, favorecería el aprendizaje de estos últimos. Sin embargo, en nuestra opinión, todos los alumnos y alumnas, independientemente de sus capacidades y de sus ritmos de aprendizajes, deben convivir y ayudarse mutuamente. Separar a los alumnos o alumnos que muestren más dificultades perjudicará a los “peores” alumnos y no beneficiará a los alumnos más estudiosos.
Una de las componentes de este blog recuerda con mucho cariño el año que curso 4º de ESO. Aquel año organizaron las distintas líneas correspondientes a este curso en función de las asignaturas elegidas por los alumnos. El resultado fue muy curioso, pues ante la posibilidad de elegir entre física o química o fotografía, biología o dibujo o francés, la mayoría de los alumnos optaron por las asignaturas más “llevaderas”. De este modo, de las seis líneas que se formaron para 4ª de ESO, solamente una de ellas impartió las asignaturas de matemáticas, física o química y biología, además de las restantes materias que sí eran aplicables a todos los grupos. En este grupo, no solamente se reunieron alumnos destacados sino también otros con mayores dificultades para el aprendizaje o repetidores. El resultado a final de curso fue que todos los alumnos y alumnas aprobaron la totalidad de las asignaturas pues el espíritu emprendedor y de trabajo y esfuerzo que impregnaba la clase se contagió al resto de los alumnos y alumnas más rezagados. Lo más llamativo es que aquellos adolescentes que habían sido repetidores o repetidoras, no sólo pasaron de curso, sino que obtuvieron buenas notas en algunas asignaturas.
¡Moraleja! Separar a los alumnos buenos de los "peores" no solamente no es beneficioso sino que puede resultar perjudicial para los alumnos más rezagados. Al contrario de lo que podamos pensar, es más probable que los buenos hábitos de un niño o niña se contagien a sus compañeros y compañeras, a que los malos hábitos corrompan a los buenos alumnos. Y, aquí, os hemos puesto un ejemplo de ello.
Con todo lo expresado ponemos de manifiesto la importancia que la motivación tiene en la educación del alumnado y ante todo cómo repercute en el sistema de calidad de la enseñanza.

"La evaluación debe consistir en orientar a nuestros alumnos y nuestras alumnas sobre cómo pueden mejorar. También supone analizar nuestro propio trabajo docente para encontrar cooperativamente, profesorado y alumnado, respuestas más adecuadas a los problemas del aula."

En consonancia con lo expresado previamente, para nosotras, la evaluación no consiste en evaluar un trabajo y poner una nota. Evaluar debe ser analizar los conocimientos que el niño y la niña han logrado y comprobar si han adquirido las competencias necesarias para que el docente pueda detectar los éxitos o dificultades de cada alumno y poder trabajar adecuadamente con cada uno de ellos. La evaluación también ha de servir al docente para valorar su trabajo y ver en qué medida debe reconducir o modificar la línea o las pautas de su forma de enseñar, y ello con la única finalidad de adaptarse a las necesidades de cada niño y niña. En este sentido, la evaluación debe ir encaminada a orientar el sendero del aprendizaje de los alumnos y alumnas, convirtiéndose en la guía que ellos y ellas necesitan.

1 comentario:

  1. No creo que seáis conscientes de cuánto estáis aprendiendo. No es que yo lo sepa, desde luego, ya sabéis que me he declarado incompetente para eso. Pero sí tengo intuiciones y veo con claridad que manejáis la información, la discutís en grupo, llegáis a acuerdos, resumís los materiales o vuestras conversaciones, expresáis por escrito ideas complejas y por si fuera poco os relacionáis con estas tecnologías tan modernas y tan potentes.
    Me da en la nariz que sí que estáis aprendiendo, sí.
    Excelente entrada, como siempre.

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